Un taller de constelaciones familiares consiste en un acto de lucidez y consciencia. Es un espacio transformador en el que, a través del “darse cuenta” de las dinámicas relacionales, devienen cambios. La solución, en este sentido, no está fuera del cliente, es decir, no es el terapeuta quien “repara” al sistema, sino que éste tan solo dinamiza la capacidad de comprensión del cliente.

La constelación en grupo ofrece beneficios que derivan de una expansión de la consciencia. En este sentido, la vivencia de una constelación puede influir en la forma de relacionarnos con la vida, con los demás y con nosotros mismos, ampliando nuestra visión y señalando caminos hacia una mayor esencialidad. A través de una constelación podemos vivir un acontecimiento profundamente transformador: el de sintonizar con la vida. Esto significa acompasarse al movimiento de la conciencia y acceder a un movimiento interno de aprobar lo que fue, asentir a lo que es y permitir que venga lo que está por venir. Podría decirse que el sufrimiento es tanto más grande como lo es la brecha entre el ser esencial y nuestra consciencia personal. En este sentido, el trabajo a través de las constelaciones contribuye a conciliar nuestra consciencia personal –pequeña o local– con el movimiento global de la conciencia. Esta conciliación conlleva una mente y un corazón dispuestos para la vida tal cual es.